Popolocas
Ubicación
geográfica
Los
popolocas se ubican en el estado de Puebla, en tres fracciones de territorio
sin continuidad geográfica, que ocupan los siguientes municipios: Tlacotepec de
Juárez, al noroeste de Tehuacán; San Gabriel Chilac, al sur del propio lugar; y
Tepexi de Rodríguez y Santa Inés Ahuatempan, al norte de Acatlán y al oeste de
Tehuacán.
Significado del nombre
Actualmente la palabra popoloca se utiliza para designar a un grupo de
lenguas del tronco otomangue, habladas en el estado de Puebla
La etimología de “popoloca” y “popoluca”
En náhuatl la palabra popoloca hace referencia al
sonido burbujeante que hace un líquido espeso, como el atole, al hervir. Por
extensión semántica vino a significar ‘hablar y hablar’ o ‘farfullar’, haciendo
referencia al habla rápida pero incoherente o difícil de oír. Así los hablantes
del náhuatl a veces usaban esa palabra para referirse a lenguas que no
entendían. Naturalmente, no es de esperarse que un nombre impuesto en esta
forma refleje un entendimiento profundo del parentesco de las lenguas
nombradas.
Lengua que hablan.
De acuerdo con la clasificación
lingüística de Swadesh, el popoloca pertenece al grupo Otomanque, tronco
Savizaa, familia Mazateco-Popoloca, relacionada íntimamente con el chocho. El
popoloca es una lengua tonal, es decir que una misma palabra puede tener
diversos significados, según el tono con el cual se pronuncia. Algunos
lingüistas mencionan la existencia de cuatro tonos, y otros, la de tres. Por
todo lo anterior, su escritura y aprendizaje resultan sumamente difíciles.
Las
lenguas indígenas más habladas en el estado de Puebla son:
Lengua indígena
|
Número de hablantes
(año 2010) |
Náhuatl
|
447 797
|
Totonaca
|
106 559
|
Popoloca
|
16 576
|
Mazateco
|
16045
|
GASTRONOMÍA
Platillo
tipico: kulano ndajie el conejo asado
VESTIDO
Hace tres décadas los popolocas de las
comunidades entre Tlacotepec y Tehuacán se vestían con prendas de manta, las
mujeres con blusas de holanes grandes y faldas amplias que ajustaban a la
cintura con una faja de lana de colores alegres, como verde, rojo y amarillo;
además usaban rebozos y huaraches. En otras comunidades de la zona entre
Tepeji-Ixcaquixtla, se apreciaban variantes en el vestuario de las mujeres: se
utilizaba una falda hecha de una larga pieza de manta enrollada con una faja
como cinturón; una blusa corta, con mangas igualmente cortas y escote cuadrado
adornado con bordados hechos con hilo de color, y rebozo (Vázquez Mendoza,
1982). Los hombres vestían una camisola adornada con figuras bordadas con hilo
rojo, calzón de manta con un ceñidor de lana de color azul marino, acompa- ñado
por un pequeño cotón que cubría el pecho y la espalda, sombrero de palma y
sandalias o huaraches del tipo llamado pata de gallo.
Historia y mito de
Mazatzin motecuhzoma
Cuentan
nuestros abuelos que en tiempos pasados cuandola gente vivía en los montes de
Ramales, al sur de San FelipeOtlaltepec, hubo allí una hermosa mujer de larga y
fina cabellera,aquella mujer constantemente escuchaba que alguien le
hablaba,pero a nadie veía. Cierta vez cuando estaba en un manantialllamado Nda’
Chugúté, “Agua del Apaztle”, nuevamente escuchóaquella misteriosa
voz, inquieta volteó de prisa y pudo entoncesver a un enorme y hermoso venado.
En un principio ella se asustó,pero luego el venado le inspiró tranquilidad y
confianza.
El encuentro
se repitió otras veces, poco a
poco el venado iba enamorando a
la mujer. Cuando la pareja se
citaba en algún lugar del monte,
y el venado se demoraba en llegar,
ella impaciente iba a buscarlo.Como consecuencia de ese extraño amor ella quedó embarazada de aquel venado, pasaron nueve lunas y la mujer dio a luz a un varón, por ser hijo de una mujer y de un venado, aquel niño se llamó en popoloca Xíigu (hombre – venado), en náhuatl se le
conoció como Mazatzin (honorable venado)
La mujer y
el venado acordaron que era conveniente
ocultarle al niño quién era su padre y
así lo hicieron, Mazatzin creció sin saber nada de su progenitor. A medida que aquel
muchacho iba creciendo, su madre
lo admiraba cada vez más, pues corría
y saltaba con la agilidad de un verdadero
venado. Además, estaba dotado de extraños
poderes.
Se cuenta
que en una ocasión a Mazatzin se le ocurrió llevar un río a la árida
tierra de los popolocas, por
medio de un túnel subterráneo
condujo una vena de mar hacia su pueblo. Cuando pensó que ya estaba próximo a
llegar salió a la superficie para orientarse,
vio entonces a dos hombres que por allí andaban y les preguntó si aún faltaba mucho para llegar a su pueblo,
les describió el lugar y les dijo que es donde hay muchos árboles de guaje,
ellos le respondieron que solo debía avanzar un poco más y encontraría dicho lugar.
Mazatzin condujo el río subterráneo según la dirección que le habían
indicado. Cuando creyó haber
llegado liberó el agua que traía
consigo, pero cayó en la cuenta
de que aquel no era su pueblo, se había
equivocado de lugar, y de aquella equivocación
surgió allí una laguna que hasta
nuestros días existe, es la Laguna de
Epatlán y está cerca de San Felipe Xochiltepec,
donde también hay árboles de
guaje. Inmediatamente Mazatzin se introdujo
otra vez en la tierra para llevar el agua
a su destino.
Finalmente,
llegó a su pueblo, vino a salir por el oriente, por el lugar llamado Jna’ Ndāxrā, “Cerro del Otate”. Antes de liberar el
agua, se sentó bajo la sombra de un árbol y
reflexionó que no era conveniente dejar correr allí aquella agua, pues era
mucha y podía arrasar con las
casas de los que habitaban cerca de aquel cerro. Mientras hallaba la solución al problema, Mazatzin decidió dejar encerrada el agua en
dicho cerro y el
hueco por donde él salió a la superficie lo tapó con una piedra de metate.
Actualmente,
en esa área hay árboles y plantas que siempre permanecen verdes, y dice la gente que en la madrugada,
cuando todo está en clama y en silencio, se puede
escuchar el sonido del agua que está en el interior del cerro. Esa agua recorre la cordillera del Cerro del Otate y
desemboca al sur del pueblo, en un lugar llamado Ameyaltepec que en náhuatl significa
“en el cerro del manantial”
Mazatzin siempre buscaba la manera de ayudar a
su gente, por ese espíritu de servicio
fue elegido gobernante del señorío de Tja’ Jna’, también
conocido como Tepexic, obteniendo el grado“motecuhzoma”. En náhuatl así se denomina a las
personas con carácter y actitud para
ser líderes, por eso también se le conoce como Mazatzin Motecuhzoma.
El lugar
donde Mazatzin acostumbraba
andar y recrearse, hoy se le conoce como “Paraje
de Moctezuma”, es un lugar cercano a San Felipe Otlaltepec.
Mazatzin
Motecuhzoma defendió con valentía a su gente en contra de los pueblos que amenazaban la seguridad de los popolocas. Como es el caso de los vecinos de Cuatlatlauhcan quienes se aliaron con los mexihcah que por aquel tiempo, invadieron la región al mando de Motecuhzoma Xocoyotzin.
Durante la
invasión española, los extranjeros obligaron a los popolocas de los diferentes
parajes cercanos a la tierra natal de Mazatzin, a abandonar sus
hogares y concentrarse todos en Jngí Ndá Nchitsje´, el
"Llano de los Árboles de Guaje, para que así se facilitara la
catequización y para tener control de la gente. Con el fin de convertirlos al
cristianismo los españoles ordenaron a los nativos la construcción de un
templo.
A Mazatzin se le ocurrió entonces
conseguir un templo ya edificado y llevarlo
a su tierra para evitar que los suyos construyeran uno. Mazatzin
recorrió entonces la región en busca de un templo.
Cuando llegó
a Rītjunda, que en náhuatl se nombra Itzcoan,
vio que la catedral de aquel
lugar ya estaba terminada, entonces se preparó para
hurtar el edificio. Previamente había quitado los badajos de las campanas para que no repicaran en el traslado.
Cuando Mazatzin creyó que era
el momento oportuno levantó el templo para llevárselo, pero en ese momento repicó una campana: era la
vuelta-esquila que los pobladores
recién habían instalado. Al instante se alborotó la gente del pueblo y prestos acudieron a ver qué sucedía.
Por la prisa de huir, Mazatzin dejó el
templo en una posición distinta a la original. Los lugareños lo persiguieron con la intención de lincharlo, pero él
se les escapó, se convirtió en venado para poder huir.
Por ese
acontecimiento, la catedral de
Santo Domingo se ubica de norte a
sur, y no de oriente aponiente como los demás templos de la región, según la explicación compartida de los habitantes de San Felipe Otlaltepec y los de Izúcar de Matamoros. Dicen que para recordar que gracias a la vuelta-esquila los de Izúcar conservan su catedral, la suelen repicar sólo en días festivos y no en días ordinarios.
Se dice que Mazatzin Motecuhzoma se casó y tuvo hijos, uno de ellos fue Cuetzpaltzin
Motecuhzoma, al que los españoles bautizaron
con el nombre de Juan Moctezuma, fue cacique de Tepexic en los
primeros años de la Colonia.
Otra hija de Mazatzin fue doña Inés Motecuhzoma,
que heredó de su padre las
tierras que después formaron el pueblo de Santa Inés Ahuatempan.
Se cuenta
que un día Mazatzin tomó su arco y sus flechas, y se fue de cacería. En un lugar llamadoTsāgā Ndā “Barranca Hueso”, el joven encontró un gran venado, lo acechó y
lo mató de un flechazo, lo destazó y
lo llevó a la casa para la comida.
Mientras
tanto, su madre se hallaba en un manantial, llenando su cántaro cuando de repente aparecióen el agua la
imagen de un venado que le
habló diciendo: “¡No me comas!”.
Ella se asustó, pero no dio mayor importancia al asunto.
Ya estando
en casa, luego que la carne se coció, sin sospechar nada, la mujer tomó un pedazo y lo
probó. En ese momento, desde la rama
de un árbol un pájaro cantó así: “ndé xíi n’uáa, ndé xíi n’uáa”que en ngiva, idioma de los
popolocas, quiere decir: “¡comes a tu amado, comes
a tu amado!”. Fue entonces cuando ella comprendió lo que estaba sucediendo, le dijo entonces a su
hijo: “¡Has matado a tu padre! ¡Él era tu padre!”
Dicho esto, la mujer se echó a correr sin rumbo fijo.
Dicen que en
cierto lugar la mujer estaba
postrada en tierra llorando su desgracia. Poco a poco, demanera
inexplicable se fue convirtiendo
en un monte y hoy los popolocas
la llaman Jna’ tjo’ G’án, que
significa “Loma Viuda” y aún
forma parte de la geografía de la región.
De Mazatzin se dice que no ha muerto, que viaja por los
montes, anda rondando por su pueblo y trata
de ayudar a quien lo necesita. Es como el aire, es rápido; recorre grandes distancias de un solo paso.Mazatzin está un tiempo en su lugar de origen, también recorre otros
pueblos popolocas, incluso viaja aSítjuvá “lugar que se hunde” (Ciudad de
México), para visitar a su gente.
Los abuelos
dicen que como testimonio de Mazatzin, en el monte existe un corral de piedras que lo
construyó cuando era niño, y si alguna persona
de mala voluntad lo destruye, la siguiente vez que regresa al lugar encuentra el corral intacto como
la primera vez.
Existe
además un otate que brota de un
peñasco, el cual da una vuelta formando
un aro, se cuenta que la madre de Mazatzin acostumbraba atar allí la hamaca de su pequeño hijo. Dicha vara de otate no se ha secado; incluso la misma hamaca de otate se conserva verde como si estuviera recién hecha. De igual manera se halla en el monte, verde también, un “caballito” de otate que Mazatzin jugaba cuando era niño.
Se dice que
cuando estos objetos de otate se
sequen, cuando la construcción de
piedras se destruya de forma natural o cuando la gente olvide a Mazatzin.
Ése día será el fin del mundo popoloca.
LAS FIESTAS Y CICLOS RITUALES
El catolicismo, o religión católica,
ha tenido un papel central en el desarrollo histórico y cultural de los
popolocas. Las fiestas religiosas han sido prácticas milenarias donde se
condensan pasado y presente, pensamiento y acción; las creencias, la tradición
y la participación social. La fiesta reviste gran importancia para las
comunidades popolocas porque a través de ellas se propicia la integración
comunal, la reproducción cultural y la formación y reproducción identitaria. Todas
las comunidades tienen una secuencia de ciclos festivos y religiosos inspirados
en el ciclo y santoral católico. Sin embargo, en el nivel local varían de
acuerdo con las especificidades históricas y culturales de cada una. La fiesta
religiosa más importante del ciclo anual es la dedicada al santo patrón o
santos patronos; en varias comunidades popolocas se cuenta con dos. En San
Marcos Tlacoyalco se festeja a San Marcos Evangelista el 25 de abril y a San
Marcos Papa el 7 de octubre; en San Luis Temalacayuca, a San Luis, el cual
cuenta con dos imágenes (una grande y otra chica) y se festeja el 19 de agosto;
en San Felipe Otlaltepec, a San Felipe y a Santiago del 30 de abril hasta el 4
de mayo. En otros casos, aunque solamente se venera a un santo, la celebración
dura varios días; por ejemplo, en San Vicente Coyotepec la celebración se
efectúa el 4 y 5 de abril. En San Juan Atzingo, el 24 de junio. En Los Reyes
Metzontla, el 6 de enero; las actividades duran aproximadamente una semana y
culminan con el denominado “remate”, celebración que significa la conclusión de
las actividades festivas. El santo patrono funge como el padre de la comunidad
y deidad protectora. Los popolocas consideran que su santo es un ser vivo al
que hay que celebrar y retribuir por sus favores; si no es obedecido y atendido
se puede ir y abandonar a su pueblo. Otras festividades y ritos importantes
giran en torno al ciclo agrícola y buscan propiciar el buen desarrollo de las
lluvias, la fertilidad de la tierra, el crecimiento de las plantas cultivadas y
una buena cosecha. Dentro de las más importantes están el 2 de febrero, día de
la Candelaria, fecha en la que se bendicen las semillas (principalmente de
maíz, frijol y calabaza); el 3 de mayo, día de la Santa Cruz, festividad en la
que se propician y esperan las lluvias; el 15 de mayo, día dedicado a “San
Isidro Labrador”, cuando se bendicen los animales e implementos relacionados
con el trabajo agrícola; el 29 de septiembre, dedicado a San Miguel, y que
marca el inicio de las primeras cosechas, y por último, el 1 y 2 de noviembre,
Día de Muertos, que marcan el inicio de la cosecha intensiva. Otras
festividades importantes son las dedicadas a divinidades marianas: la Virgen de
Guadalupe (equiparable a la fiesta patronal) y Santa Cecilia (que adquiere
mucha importancia en San Felipe Otlaltepec, comunidad donde hay numerosas
bandas musicales). Destacan también la conmemoración de la Semana Santa y la
Navidad, celebración que inicia con las primeras posadas y el nacimiento del
Niño Dios, se prolonga hasta el año nuevo y concluye el 2 de febrero. Los
recursos para sufragar los gastos de las fiestas son aportados por los
habitantes y por los migrantes, quienes envían dinero desde otras ciudades de
México o del extranjero. La celebración en cada comunidad tiene sus propias
especificidades que se expresan en la danza, la música, la comida, etc. En las
fiestas religiosas, al igual que en muchos aspectos de la vida cotidiana, se
observa la irrupción de los modelos urbanos. Actualmente conviven de manera
armoniosa la fiesta como espacio ritual y la fiesta como espacio de diversión;
el eje central de esta última son los juegos mecánicos, los bailes populares y
la venta de comida, bebidas y productos comerciales.
VIVIENDA
La casa tradicional popoloca es
construida con los materiales que proporciona el medio natural. El soporte es
de troncos de guaje o de quiotes, amarrados con cordones o mecates de palma; el
techo es de palma o pencas de maguey, de cuatro aguas. En su vértice se
presenta la denominada “oreja popoloca”, que es una especie de orificio
orientado en la dirección del viento que corre a todo lo largo de la casa y
permite la ventilación. Tiene una ventana y puerta al frente, donde se colocan
piedras para protegerse del agua; alrededor de la casa se asegura con bordos de
tierra o piedra y el piso es de tierra. La casa consta generalmente de un solo
cuarto que sirve a la vez de recámara, comedor y cocina, aun cuando puede tener
divisiones interiores de materiales ligeros. Los enseres domésticos varían de
acuerdo con las posibilidades económicas del grupo o la familia; permanece el
uso arraigado de petates, tenates, fogón de tres piedras atizado con leña,
molcajete y metate; resultan también imprescindibles las ollas de barro. El
mobiliario se compone normalmente de camas de otate o petates, bancos o sillas
de madera y cajas de cartón o madera en las que se guardan diversos objetos
(Vázquez Mendoza, 1982). La vivienda tradicional ha sido sustituida en los
últimos veinte años por construcciones de ladrillo y concreto en la gran
mayoría de poblados. La casa tradicional sólo es ocupada por personas de muy
escasos recursos y se encuentra principalmente en las afueras de los
asentamientos. Una de las comunidades donde sigue siendo de uso común es San
Juan Atzingo. La vivienda contemporánea (elaborada con ladrillo, cemento,
varillas y lá- mina de asbesto) cuenta con un solar que se caracteriza por
tener cuartos a su alrededor que son utilizados como dormitorios y cocina.
Tienen un corral para los animales y un espacio pequeño reservado para el
cuidado de plantas medicinales y de ornato.
SERVICIOS
La región cuenta con energía eléctrica: según
datos de la Comisión Federal de Electricidad (1997), el 98 por ciento de la
población indígena del estado tiene este servicio. Una tercera parte de
municipios del área posee el servicio de agua potable y sólo las poblaciones
más grandes disponen de drenaje y servicio telefónico. La gran mayoría de
comunidades popolocas cuentan con señal de televisión abierta, radio, servicio
de correo y transporte, así como con tiendas de abarrotes, carnicerías, molinos
de nixtamal, tortillerías y similares. Dentro de las poblaciones más grandes
que disfrutan de todos los servicios destacan San Marcos Tlacoyalco, San Luis
Temalacayuca, San Vicente Coyotepec, Santa Inés Ahuatempan, Almolonga, San
Antonio Huejonapan y San Felipe Otlatepec. Los servicios principales se ubican
en el centro de los poblados. Esta distribución provoca graves contradicciones
al interior de las comunidades y es común que los habitantes de las áreas más
alejadas del centro no cuenten con los servicios básicos de agua potable,
drenaje y energía eléctrica.
LOS CARGOS Y EL PODER POLÍTICO
Los cargos y la elección de los mismos se
rigen según las leyes políticas nacionales y del estado de Puebla. La máxima
autoridad política comunal es el presidente de la junta auxiliar, y esta última
cuenta, a su vez, con otros cargos que coadyuvan en las diferentes tareas y
solución de problemas, y que son los siguientes:
presidente suplente, secretario,
tesorero, regidor de obras públicas, regidor de educación, regidor de hacienda,
agente subalterno del ministerio público, juez de paz y comandante. Hay
comunidades que por su tamaño y presencia política cuentan con policías y
algunos vehículos. Los cargos duran tres años. El presidente auxiliar es el
responsable de la población ante el ayuntamiento, el centro del poder político
de las comunidades. En la gran mayoría de las comunidades popolocas existe una
separación tajante entre los cargos religiosos y los políticos; esto se debe a
las reformas que efectuó el gobierno desde los años sesenta, periodo en que se
estableció en las comunidades indígenas de la región la estructura política
actual. El poder político comunal se sustenta en el apoyo y el consenso
colectivo. En muchas comunidades, para evitar la intromisión de los intereses
externos, el cargo de presidente auxiliar es rotativo, de manera que los
barrios o secciones en que están constituidas participen o tengan
representación cada tres años. En San Felipe Otlaltepec los cargos son rotados
entre las tres secciones en que está dividido el pueblo, de tal manera que cada
determinado periodo le toca a una de ellas elegir al presidente, mientras que
las otras dos eligen regidores.
Principales
problemas que enfrentan
Otro
de los pueblos indígenas menos numerosos es el de los Popolocas. Compartiendo
los estados de Puebla y Oaxaca, especialmente el primero, los popolocas han
sido un pueblo que ha vivido en la Mixteca.
Bautizados
por los mexicas como popolocas, que según se traduce del náhuatl como
"tartamudos", siempre han sido considerados un pueblo con una cultura
poco desarrollada.
En
Oaxaca encontramos como una de las poblaciones más importantes a Coaixtlahuaca,
donde se supone existía un gran tianguis, pues era el cruce de caminos con
Centroamérica en la época antigua. Sometidos por los Zapotecos y los Mexicas,
los popolocas han sufrido la erosión de su territorio y hoy es una región
de expulsión de migrantes, especialmente a la ciudad de México y Estados
Unidos.




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