miércoles, 22 de abril de 2015

Popolocas

Ubicación geográfica


Los popolocas se ubican en el estado de Puebla, en tres fracciones de territorio sin continuidad geográfica, que ocupan los siguientes municipios: Tlacotepec de Juárez, al noroeste de Tehuacán; San Gabriel Chilac, al sur del propio lugar; y Tepexi de Rodríguez y Santa Inés Ahuatempan, al norte de Acatlán y al oeste de Tehuacán.






 Significado del nombre


Actualmente la palabra popoloca se utiliza para designar a un grupo de lenguas del tronco otomangue, habladas en el estado de Puebla
La etimología de “popoloca” y “popoluca”
En náhuatl la palabra popoloca hace referencia al sonido burbujeante que hace un líquido espeso, como el atole, al hervir. Por extensión semántica vino a significar ‘hablar y hablar’ o ‘farfullar’, haciendo referencia al habla rápida pero incoherente o difícil de oír. Así los hablantes del náhuatl a veces usaban esa palabra para referirse a lenguas que no entendían. Naturalmente, no es de esperarse que un nombre impuesto en esta forma refleje un entendimiento profundo del parentesco de las lenguas nombradas.


Lengua que hablan.

De acuerdo con la clasificación lingüística de Swadesh, el popoloca pertenece al grupo Otomanque, tronco Savizaa, familia Mazateco-Popoloca, relacionada íntimamente con el chocho. El popoloca es una lengua tonal, es decir que una misma palabra puede tener diversos significados, según el tono con el cual se pronuncia. Algunos lingüistas mencionan la existencia de cuatro tonos, y otros, la de tres. Por todo lo anterior, su escritura y aprendizaje resultan sumamente difíciles.




Las lenguas indígenas más habladas en el estado de Puebla son:
Lengua indígena
Número de hablantes
(año 2010)
Náhuatl
447 797
Totonaca
106 559
Popoloca
16 576
Mazateco
16045




GASTRONOMÍA
Platillo tipico: kulano ndajie el conejo asado

VESTIDO
Hace tres décadas los popolocas de las comunidades entre Tlacotepec y Tehuacán se vestían con prendas de manta, las mujeres con blusas de holanes grandes y faldas amplias que ajustaban a la cintura con una faja de lana de colores alegres, como verde, rojo y amarillo; además usaban rebozos y huaraches. En otras comunidades de la zona entre Tepeji-Ixcaquixtla, se apreciaban variantes en el vestuario de las mujeres: se utilizaba una falda hecha de una larga pieza de manta enrollada con una faja como cinturón; una blusa corta, con mangas igualmente cortas y escote cuadrado adornado con bordados hechos con hilo de color, y rebozo (Vázquez Mendoza, 1982). Los hombres vestían una camisola adornada con figuras bordadas con hilo rojo, calzón de manta con un ceñidor de lana de color azul marino, acompa- ñado por un pequeño cotón que cubría el pecho y la espalda, sombrero de palma y sandalias o huaraches del tipo llamado pata de gallo.


Historia y mito de
Mazatzin motecuhzoma


Cuentan nuestros abuelos que en tiempos pasados cuandola gente vivía en los montes de Ramales, al sur de San FelipeOtlaltepec, hubo allí una hermosa mujer de larga y fina cabellera,aquella mujer constantemente escuchaba que alguien le hablaba,pero a nadie veía. Cierta vez cuando estaba en un manantialllamado Nda’ Chugúté, “Agua del Apaztle”, nuevamente escuchóaquella misteriosa voz, inquieta volteó de prisa y pudo entoncesver a un enorme y hermoso venado. En un principio ella se asustó,pero luego el venado le inspiró tranquilidad y confianza.
El encuentro se repitió otras veces, poco a poco el venado iba enamorando a la mujer. Cuando la pareja se citaba en algún lugar del monte, y el venado se demoraba en llegar, ella impaciente iba a buscarlo.Como consecuencia de ese extraño amor ella quedó embarazada de aquel venado, pasaron nueve lunas y la mujer dio a luz a un varón, por ser hijo de una mujer y de un venado, aquel niño se llamó en popoloca Xíigu (hombre – venado), en náhuatl se le conoció como Mazatzin (honorable venado)
La mujer y el venado acordaron que era conveniente ocultarle al niño quién era su padre y así lo hicieron, Mazatzin creció sin saber nada de su progenitor. A medida que aquel muchacho iba creciendo, su madre lo admiraba cada vez más, pues corría y saltaba con la agilidad de un verdadero venado. Además, estaba dotado de extraños poderes.
Se cuenta que en una ocasión a Mazatzin se le ocurrió llevar un río a la árida tierra de los popolocas, por medio de un túnel subterráneo condujo una vena de mar hacia su pueblo. Cuando pensó que ya estaba próximo a llegar salió a la superficie para orientarse, vio entonces a dos hombres que por allí andaban y les preguntó si aún faltaba mucho para llegar a su pueblo, les describió el lugar y les dijo que es donde hay muchos  árboles de guaje, ellos le respondieron que solo debía avanzar un poco más y encontraría dicho lugar.
Mazatzin condujo el río subterráneo según la dirección que le habían indicado. Cuando creyó haber llegado liberó el agua que traía consigo, pero cayó en la cuenta de que aquel no era su pueblo, se había equivocado de lugar, y de aquella equivocación surgió allí una laguna que hasta nuestros días existe, es la Laguna de Epatlán y está cerca de San Felipe Xochiltepec, donde también hay árboles de guaje. Inmediatamente Mazatzin se introdujo otra vez en la tierra para llevar el agua a su destino.

Finalmente, llegó a su pueblo, vino a salir por el oriente, por el lugar llamado Jna’ Ndāxrā, “Cerro del Otate”. Antes de liberar el agua, se sentó bajo la sombra de un árbol y reflexionó que no era conveniente dejar correr allí aquella agua, pues era mucha y podía arrasar con las casas de los que habitaban cerca de aquel cerro. Mientras hallaba la solución al problema, Mazatzin decidió dejar encerrada el agua en dicho cerro y el

hueco por donde él salió a la superficie lo tapó con una piedra de metate.
Actualmente, en esa área hay árboles y plantas que siempre permanecen verdes, y dice la gente que en la madrugada, cuando todo está en clama y en silencio, se puede escuchar el sonido del agua que está en el interior del cerro. Esa agua recorre la cordillera del Cerro del Otate y desemboca al sur del pueblo, en un lugar llamado Ameyaltepec que en náhuatl significa “en el cerro del manantial”
Mazatzin siempre buscaba la manera de ayudar a su gente, por ese espíritu de servicio fue elegido gobernante del señorío de Tja’ Jna’, también conocido como Tepexic, obteniendo el grado“motecuhzoma”. En náhuatl así se denomina a las personas con carácter y actitud para ser líderes, por eso también se le conoce como Mazatzin Motecuhzoma.
El lugar donde Mazatzin acostumbraba andar y recrearse, hoy se le conoce como “Paraje de Moctezuma”, es un lugar cercano a San Felipe Otlaltepec.
Mazatzin Motecuhzoma defendió con valentía a su gente en contra de los pueblos que amenazaban la seguridad de los popolocas. Como es el caso de los vecinos de Cuatlatlauhcan quienes se aliaron con los mexihcah que por aquel tiempo, invadieron la región al mando de Motecuhzoma Xocoyotzin.
Durante la invasión española, los extranjeros obligaron a los popolocas de los diferentes parajes cercanos a la tierra natal de Mazatzin, a abandonar sus hogares y concentrarse todos en Jngí Ndá Nchitsje´, el "Llano de los Árboles de Guaje, para que así se facilitara la catequización y para tener control de la gente. Con el fin de convertirlos al cristianismo los españoles ordenaron a los nativos la construcción de un templo.

A Mazatzin se le ocurrió entonces conseguir un templo ya edificado y llevarlo a su tierra para evitar que los suyos construyeran uno. Mazatzin

recorrió entonces la región en busca de un templo.

Cuando llegó a Rītjunda, que en náhuatl se nombra Itzcoan, vio que la catedral de aquel lugar ya estaba terminada, entonces se preparó para

hurtar el edificio. Previamente había quitado los badajos de las campanas para que no repicaran en el traslado. Cuando Mazatzin creyó que era
el momento oportuno levantó el templo para llevárselo, pero en ese momento repicó una campana: era la vuelta-esquila que los pobladores
recién habían instalado. Al instante se alborotó la gente del pueblo y prestos acudieron a ver qué sucedía. Por la prisa de huir, Mazatzin dejó el
templo en una posición distinta a la original. Los lugareños lo persiguieron con la intención de lincharlo, pero él se les escapó, se convirtió en venado para poder huir.
Por ese acontecimiento, la catedral de Santo Domingo se ubica de norte a sur, y no de oriente aponiente como los demás templos de la región, según la explicación compartida de los habitantes de San Felipe Otlaltepec y los de Izúcar de Matamoros. Dicen que para recordar que gracias a la vuelta-esquila los de Izúcar conservan su catedral, la suelen repicar sólo en días festivos y no en días ordinarios.
Se dice que Mazatzin Motecuhzoma se casó y tuvo hijos, uno de ellos fue Cuetzpaltzin Motecuhzoma, al que los españoles bautizaron con el nombre de Juan Moctezuma, fue cacique de Tepexic en los primeros años de la Colonia.
Otra hija de Mazatzin fue doña Inés Motecuhzoma, que heredó de su padre las tierras que después formaron el pueblo de Santa Inés Ahuatempan.
Se cuenta que un día Mazatzin tomó su arco y sus flechas, y se fue de cacería. En un lugar llamadoTsāgā Ndā “Barranca Hueso”, el joven encontró un gran venado, lo acechó y lo mató de un flechazo, lo destazó y lo llevó a la casa para la comida.

Mientras tanto, su madre se hallaba en un manantial, llenando su cántaro cuando de repente aparecióen el agua la imagen de un venado que le

habló diciendo: “¡No me comas!”. Ella se asustó, pero no dio mayor importancia al asunto.
Ya estando en casa, luego que la carne se coció, sin sospechar nada, la mujer tomó un pedazo y lo probó. En ese momento, desde la rama de un árbol un pájaro cantó así: “ndé xíi n’uáa, ndé xíi n’uáa”que en ngiva, idioma de los popolocas, quiere decir: “¡comes a tu amado, comes a tu amado!”. Fue entonces cuando ella comprendió lo que estaba sucediendo, le dijo entonces a su hijo: “¡Has matado a tu padre! ¡Él era tu padre!” Dicho esto, la mujer se echó a correr sin rumbo fijo.
Dicen que en cierto lugar la mujer estaba postrada en tierra llorando su desgracia. Poco a poco, demanera inexplicable se fue convirtiendo en un monte y hoy los popolocas la llaman Jna’ tjo’ G’án, que significa “Loma Viuda” y aún forma parte de la geografía de la región.
De Mazatzin se dice que no ha muerto, que viaja por los montes, anda rondando por su pueblo y trata de ayudar a quien lo necesita. Es como el aire, es rápido; recorre grandes distancias de un solo paso.Mazatzin está un tiempo en su lugar de origen, también recorre otros pueblos popolocas, incluso viaja aSítjuvá “lugar que se hunde” (Ciudad de México), para visitar a su gente.
Los abuelos dicen que como testimonio de Mazatzin, en el monte existe un corral de piedras que lo construyó cuando era niño, y si alguna persona de mala voluntad lo destruye, la siguiente vez que regresa al lugar encuentra el corral intacto como la primera vez.
Existe además un otate que brota de un peñasco, el cual da una vuelta formando un aro, se cuenta que la madre de Mazatzin acostumbraba atar allí la hamaca de su pequeño hijo. Dicha vara de otate no se ha secado; incluso la misma hamaca de otate se conserva verde como si estuviera recién hecha. De igual manera se halla en el monte, verde también, un “caballito” de otate que Mazatzin jugaba cuando era niño.
Se dice que cuando estos objetos de otate se sequen, cuando la construcción de piedras se destruya de forma natural o cuando la gente olvide a Mazatzin. Ése día será el fin del mundo popoloca.


LAS FIESTAS Y CICLOS RITUALES
El catolicismo, o religión católica, ha tenido un papel central en el desarrollo histórico y cultural de los popolocas. Las fiestas religiosas han sido prácticas milenarias donde se condensan pasado y presente, pensamiento y acción; las creencias, la tradición y la participación social. La fiesta reviste gran importancia para las comunidades popolocas porque a través de ellas se propicia la integración comunal, la reproducción cultural y la formación y reproducción identitaria. Todas las comunidades tienen una secuencia de ciclos festivos y religiosos inspirados en el ciclo y santoral católico. Sin embargo, en el nivel local varían de acuerdo con las especificidades históricas y culturales de cada una. La fiesta religiosa más importante del ciclo anual es la dedicada al santo patrón o santos patronos; en varias comunidades popolocas se cuenta con dos. En San Marcos Tlacoyalco se festeja a San Marcos Evangelista el 25 de abril y a San Marcos Papa el 7 de octubre; en San Luis Temalacayuca, a San Luis, el cual cuenta con dos imágenes (una grande y otra chica) y se festeja el 19 de agosto; en San Felipe Otlaltepec, a San Felipe y a Santiago del 30 de abril hasta el 4 de mayo. En otros casos, aunque solamente se venera a un santo, la celebración dura varios días; por ejemplo, en San Vicente Coyotepec la celebración se efectúa el 4 y 5 de abril. En San Juan Atzingo, el 24 de junio. En Los Reyes Metzontla, el 6 de enero; las actividades duran aproximadamente una semana y culminan con el denominado “remate”, celebración que significa la conclusión de las actividades festivas. El santo patrono funge como el padre de la comunidad y deidad protectora. Los popolocas consideran que su santo es un ser vivo al que hay que celebrar y retribuir por sus favores; si no es obedecido y atendido se puede ir y abandonar a su pueblo. Otras festividades y ritos importantes giran en torno al ciclo agrícola y buscan propiciar el buen desarrollo de las lluvias, la fertilidad de la tierra, el crecimiento de las plantas cultivadas y una buena cosecha. Dentro de las más importantes están el 2 de febrero, día de la Candelaria, fecha en la que se bendicen las semillas (principalmente de maíz, frijol y calabaza); el 3 de mayo, día de la Santa Cruz, festividad en la que se propician y esperan las lluvias; el 15 de mayo, día dedicado a “San Isidro Labrador”, cuando se bendicen los animales e implementos relacionados con el trabajo agrícola; el 29 de septiembre, dedicado a San Miguel, y que marca el inicio de las primeras cosechas, y por último, el 1 y 2 de noviembre, Día de Muertos, que marcan el inicio de la cosecha intensiva. Otras festividades importantes son las dedicadas a divinidades marianas: la Virgen de Guadalupe (equiparable a la fiesta patronal) y Santa Cecilia (que adquiere mucha importancia en San Felipe Otlaltepec, comunidad donde hay numerosas bandas musicales). Destacan también la conmemoración de la Semana Santa y la Navidad, celebración que inicia con las primeras posadas y el nacimiento del Niño Dios, se prolonga hasta el año nuevo y concluye el 2 de febrero. Los recursos para sufragar los gastos de las fiestas son aportados por los habitantes y por los migrantes, quienes envían dinero desde otras ciudades de México o del extranjero. La celebración en cada comunidad tiene sus propias especificidades que se expresan en la danza, la música, la comida, etc. En las fiestas religiosas, al igual que en muchos aspectos de la vida cotidiana, se observa la irrupción de los modelos urbanos. Actualmente conviven de manera armoniosa la fiesta como espacio ritual y la fiesta como espacio de diversión; el eje central de esta última son los juegos mecánicos, los bailes populares y la venta de comida, bebidas y productos comerciales.


VIVIENDA
La casa tradicional popoloca es construida con los materiales que proporciona el medio natural. El soporte es de troncos de guaje o de quiotes, amarrados con cordones o mecates de palma; el techo es de palma o pencas de maguey, de cuatro aguas. En su vértice se presenta la denominada “oreja popoloca”, que es una especie de orificio orientado en la dirección del viento que corre a todo lo largo de la casa y permite la ventilación. Tiene una ventana y puerta al frente, donde se colocan piedras para protegerse del agua; alrededor de la casa se asegura con bordos de tierra o piedra y el piso es de tierra. La casa consta generalmente de un solo cuarto que sirve a la vez de recámara, comedor y cocina, aun cuando puede tener divisiones interiores de materiales ligeros. Los enseres domésticos varían de acuerdo con las posibilidades económicas del grupo o la familia; permanece el uso arraigado de petates, tenates, fogón de tres piedras atizado con leña, molcajete y metate; resultan también imprescindibles las ollas de barro. El mobiliario se compone normalmente de camas de otate o petates, bancos o sillas de madera y cajas de cartón o madera en las que se guardan diversos objetos (Vázquez Mendoza, 1982). La vivienda tradicional ha sido sustituida en los últimos veinte años por construcciones de ladrillo y concreto en la gran mayoría de poblados. La casa tradicional sólo es ocupada por personas de muy escasos recursos y se encuentra principalmente en las afueras de los asentamientos. Una de las comunidades donde sigue siendo de uso común es San Juan Atzingo. La vivienda contemporánea (elaborada con ladrillo, cemento, varillas y lá- mina de asbesto) cuenta con un solar que se caracteriza por tener cuartos a su alrededor que son utilizados como dormitorios y cocina. Tienen un corral para los animales y un espacio pequeño reservado para el cuidado de plantas medicinales y de ornato.

SERVICIOS
 La región cuenta con energía eléctrica: según datos de la Comisión Federal de Electricidad (1997), el 98 por ciento de la población indígena del estado tiene este servicio. Una tercera parte de municipios del área posee el servicio de agua potable y sólo las poblaciones más grandes disponen de drenaje y servicio telefónico. La gran mayoría de comunidades popolocas cuentan con señal de televisión abierta, radio, servicio de correo y transporte, así como con tiendas de abarrotes, carnicerías, molinos de nixtamal, tortillerías y similares. Dentro de las poblaciones más grandes que disfrutan de todos los servicios destacan San Marcos Tlacoyalco, San Luis Temalacayuca, San Vicente Coyotepec, Santa Inés Ahuatempan, Almolonga, San Antonio Huejonapan y San Felipe Otlatepec. Los servicios principales se ubican en el centro de los poblados. Esta distribución provoca graves contradicciones al interior de las comunidades y es común que los habitantes de las áreas más alejadas del centro no cuenten con los servicios básicos de agua potable, drenaje y energía eléctrica.


LOS CARGOS Y EL PODER POLÍTICO
 Los cargos y la elección de los mismos se rigen según las leyes políticas nacionales y del estado de Puebla. La máxima autoridad política comunal es el presidente de la junta auxiliar, y esta última cuenta, a su vez, con otros cargos que coadyuvan en las diferentes tareas y solución de problemas, y que son los siguientes:
presidente suplente, secretario, tesorero, regidor de obras públicas, regidor de educación, regidor de hacienda, agente subalterno del ministerio público, juez de paz y comandante. Hay comunidades que por su tamaño y presencia política cuentan con policías y algunos vehículos. Los cargos duran tres años. El presidente auxiliar es el responsable de la población ante el ayuntamiento, el centro del poder político de las comunidades. En la gran mayoría de las comunidades popolocas existe una separación tajante entre los cargos religiosos y los políticos; esto se debe a las reformas que efectuó el gobierno desde los años sesenta, periodo en que se estableció en las comunidades indígenas de la región la estructura política actual. El poder político comunal se sustenta en el apoyo y el consenso colectivo. En muchas comunidades, para evitar la intromisión de los intereses externos, el cargo de presidente auxiliar es rotativo, de manera que los barrios o secciones en que están constituidas participen o tengan representación cada tres años. En San Felipe Otlaltepec los cargos son rotados entre las tres secciones en que está dividido el pueblo, de tal manera que cada determinado periodo le toca a una de ellas elegir al presidente, mientras que las otras dos eligen regidores.

Principales problemas que enfrentan

Otro de los pueblos indígenas menos numerosos es el de los Popolocas. Compartiendo los estados de Puebla y Oaxaca, especialmente el primero, los popolocas han sido un pueblo que ha vivido en la Mixteca.
Bautizados por los mexicas como popolocas, que según se traduce del náhuatl como "tartamudos", siempre han sido considerados un pueblo con una cultura poco desarrollada.
En Oaxaca encontramos como una de las poblaciones más importantes a Coaixtlahuaca, donde se supone existía un gran tianguis, pues era el cruce de caminos con Centroamérica en la época antigua. Sometidos por los Zapotecos y los Mexicas, los popolocas han sufrido la erosión de su territorio y hoy es una región de expulsión de migrantes, especialmente a la ciudad de México y Estados Unidos.


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